23 de agosto de 2011

Otro ladrillo en la pared

Es cierto que es un medio para la inserción y la inclusión, proceso de adquisición de conocimientos básicos indispensables para asegurarnos un futuro próspero en términos individuales, o al menos eso es lo que se espera de alguien que porta un título secundario. Pero no caigamos en simplismos; las recetas mágicas que se dictan en las escuelas distan mucho de brindarnos las herramientas para un cambio real y concreto, por lo menos a nivel ideológico y humano.

El problema que suscita la educación a nivel mundial no es solo un problema de cantidad, sino uno de calidad. Y lo que queremos hacer a través de estas humildes líneas, es explicar por qué un aumento de personas educadas escolarmente no es necesariamente un progreso en términos humanos, sino solo económicos y quizás sociales.

La dificultad radica en la forma de enseñanza, en sus contenidos, en su objetivo, en el rol que cumple la enseñanza y la forma en que nos va modelando a medida que pasamos las diferentes etapas de escolarización. Empezamos siendo simples niños aprisionados entre los ambientes en los cuales no manejamos; escuela y familia. Allí se nos enseña lo que “está bien”, lo que “no se debe hacer”, lo que “está mal o MUY mal hacer” y básicamente normas de comportamiento social que son nada más ni nada menos que el germen para iniciar un recorrido más complejo pero aún precario como es la escuela primaria.

Atravesamos la escolarización primaria sin quejas, o por ahí algunas, y se nos siguen dando conocimientos que pocas veces vamos a recordar o utilizar en la vida, pero es solo para establecer un piso común, preparándonos para el ingreso hacia un lugar que definitivamente es el cenit o el canon de lo que se busca que seamos.

Y es partir de acá en donde ese pequeño germen empieza a dar sus frutos. Ya internalizada una forma de comportamiento, que se basa nada más que en seguir reglas de fuerzas que son superiores a nosotros e independientes de nuestra voluntad, nos movemos según lo que pensamos y compartimos socialmente con el capital humano que nos rodea, según lo que vemos superficialmente, y que definitivamente hay que poner en discusión.

La educación procrea el mal porque lo enseña como bien”, decía Ernesto Sábato, y no estaba tan alejado de la realidad. La competencia y la realización personal son los principios que reinan sobre cualquier otro valor, como la solidaridad con el otro, el altruismo, el sacrificio por los demás y si alguna vez aparecen estos conceptos, se diluyen en la ayuda del tipo sentimental y clasista (relacionada a los sentimientos de amigos o de miembros de una clase social).

Un hombre educado bajo las formas que priorizan lo económico y material frente a lo humano y espiritual puede realmente exhibir la naturaleza del mismo cinismo con el cual se engendró su formación educativa y por ende ideológica, que se asienta los pilares de una escolarización necesaria para vivir una vida digna.

Pero muy lejos de lo que la mayoría debe pensar, la muerte subyace en la enseñanza media y la legitimación de ciertas prácticas deshumanizantes deviene de la devoción a los libros que tanto nos hablan de la condición humana pero poco nos dicen sobre lo que sucede bajo nuestra mirada, que prefiere voltearse hacia otro costado, o en su defecto, construir countrys y pretender vivir fuera de una realidad que sería insoportable si solo nos pusiésemos a pensar en las diferencias que salen a la vista en un subte, en la calle, en las villas.

Lo peor que se enseña es la naturalización y el acostumbramiento. Aunque es casi una paradoja, porque nos acostumbramos a vivir una vida más o menos digna, nos acostumbramos a soportar la pobreza a pesar de verla, nos acostumbramos a ver muerte y desnutrición, en fin, nos acostumbramos a acostumbrarnos, y eso es lo que las actuales condiciones de la educación predican. Esa es la paradoja, ¿Cómo no nos vamos a acostumbrar a naturalizar nuestro entorno social si nosotros mismos representamos el acostumbramiento al que estamos acostumbrados? La religión perdió vigencia y tampoco estamos en la Edad Media, pero la escuela definitivamente ha asumido un rol similar.

Solo se me vienen a la mente esas charlas en donde profesores nos hablaban sobre la inserción al mercado laboral y cómo ser una persona exitosa. ¿Exitosa para quién? ¿Para una sociedad superficial? ¿Para las familias que presionan a sus hijos a estudiar lo que ellos quieren que estudien? ¿Para un control social ajeno a nosotros pero que todos los días nos dice que si no hacemos lo que nos dicen que hagamos vamos a ser unas “lacras”? No, eso no es lo que se debe buscar como sociedad, pero la educación media se ha convertido en un pasaporte indirecto, porque en fin cada uno decide qué es lo que quiere de su vida (o cree que decide por sí mismo), a contribuir y legitimar la rueda que todo aplasta, incluyendo vidas humanas.

Por eso es tan difícil imaginarse que un aumento de las personas educadas vaya a generar vida más humana sobre este Sol. Una crisis de conciencia podría desencadenarse si no se fomenta un pensamiento realmente crítico, y me refiero a personas que gracias a esta educación superan su clase social, pero dejan de lado el contexto que les ha permitido ascender y a todos los que han quedado atrás en su camino, que es una combinación mixta de esfuerzo individual y sacrificio social.

Pero por sobre todas las cosas, que cuando se enseñe a aprender, también se enseñe a dudar de lo que se aprende, que cuando se enseñe a escribir, también se enseñe a dudar de lo escrito y que cuando se enseñe a leer, también se enseñe a dudar de lo que se lee. Que se enseñe a cooperar y no a competir y que se enseñe a que la realización de la comodidad individual no es el objetivo para el cual se estudia.

Ya me extendí demasiado. Simplemente quiero dejar otra cita de Sábato, que dice lo siguiente:

“Los valores del espíritu son los únicos que nos pueden salvar de este terremoto que aqueja la condición humana. La educación encauza su tarea hacia la formación de personas que se adecuen a las demandas del sistema. Esto no es evitable, porque de otra manera formaría “valiosos desocupados”, pero se debe encontrar el equilibrio entre lo individual y lo común, porque si no lo perdido será el ser humano. Eso va a permitir tener una vida normal y ser una persona espiritualmente valiosa”.

Y ahora les dejó un comentario de un usuario que refleja un poco cómo piensan algunas personas educadas bajo las formas que he descripto anteriormente, debajo de una nota que criticaba duramente a los planes de asistencia social. Desarrollen sus propios juicios:

“PORQUE EL SUBSIDIADO ES MENOS QUE UNA VACA - COME, DEFECA, SE REPRODUCE, DEPREDA Y VOTA AL PERONISMO. - SON MILLONES DE PERSONAS FALLIDAS, SIN CEREBRO, QUE DEBEMOS ALIMENTAR Y DEJAR QUE NOS MATEN EN NOMBRE DE LOS DDHH. - ESTAS COSAS NO DEBEN TENER LOS MISMOS DERECHOS QUE LAS PERSONAS PRODUCTIVAS, DEBEN IR A UN ZOO ESPECIAL PARA NO MEZCLARLOS CON LOS ANIMALES. - PERO ANTES HAY QUE EXTERMINAR A SUS CREADORES”.

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