27 de octubre de 2011

La vida de un hombre para entender un proyecto

¿Qué tuvo Néstor Kirchner, un solo hombre, para haber generado semejante admiración en gran parte de la sociedad, y respeto en otra buena porción? ¿Qué lo destacó tanto de entre sus pares políticos para encabezar un movimiento que, aún luego de su muerte, se construyó desde bases totalmente diferentes, desde las clases más altas a las más bajas y pasando por la clase media? ¿Cómo es que generó el "kirchnerismo", aquel fenómeno político que aún hoy es interpelado por los analistas? Son interrogantes que intentaremos responder en el limitado espacio que poseemos, a lo sumo de forma acotada.

Néstor Kirchner, vale recordarlo, llegó en un mometo de efusividad política muy fuerte. Veníamos de una crisis económica y política como nunca en democracia (por primera vez no hubo golpe militar de por medio), de la proliferación de los movimientos sociales, de trabajadores desocupados y de jubilados en protesta contra los ajustes; y, principalmente, del asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, que habían provocado el llamado a elecciones tras tener 5 presidentes en 10 días (el último duró 1 año).

Como si ésto no fuera suficiente, asumió con poco apoyo tras perder con Carlos Menem en la primera vuelta (el riojano se retiró de la segunda) y con poca confianza por parte de los sectores combativos de la sociedad, por venir de la mano de Eduardo Duhalde. Podría haber sido él como López Murphy, quien quedó 6 puntos por debajo, ya que ninguna propuesta superó el 25% de los votos. En este contexto, fue sorprendente su discurso de asunción, completamente desacorde a lo que presuntamente era su pasado y presente político.

Desde su asunción, Kirchner asumió una perspectiva en materia de Derechos Humanos que no existía desde el principio del gobierno de Raúl Alfonsín. El primer batacazo que dio fue la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, así como la orden de bajar el cuadro de Rafael Videla de la Escuela de Mecánica de la Armada, y así ganó el visto bueno de muchas organizaciones cada vez menos escépticas.

En materia económica, faltaba mucho por hacer. El desempleo estaba por las nubes, los salarios por el piso y la pobreza generada en el 76', contenida en el 83' y profundizada desde el 89' en adelante era atroz, llegaba al 53% en el 2002. Eran estas las mayores preocupaciones. Obra pública, fomento de inversiones a través de pagos de deuda y medidas proteccionistas para fomentar el mercado interno fueron algunas de las medidas que utilizó para reducir esta cifra. Al finalizar el gobierno de Kirchner, la pobreza llegaba al 23% de la población.

El desempleo se redujo fuertemente, aunque, todavía, no se impulsaría la fuerte campaña contra el trabajo informal. Paso de ser del 21,5% al 8,5% en el 2007. Una reducción superior al 50%. A esto se le suma la reinstitución de las paritarias (negociaciones de salarios y condiciones laborales bianuales), un derecho perdido en los 90’ e incrementó el salario mínimo en un 400% (de $ 200 a $ 900).

Asimismo, no se puede dejar de mencionar el pago de la deuda externa al Fondo Monetario Internacional. Este organismo requería, para aprobar sus cesiones monetarias, la potestad de controlar e interferir en la economía de los paises. Por primera vez en 3 décadas, la deuda dejaría de representar el 100% del PBI, y, por sobre todo, la Argentina dejaría de depender de un órgano extranjero para aprobar sus medidas económicas.

Néstor también se encargó de reformar un aparato fundamental: la Corte Suprema. En ese momento, estaba conformada por jueces menemistas acusados en múltiples casos de corrupción y con un juicio generalmente reaccionario y liberal que había perjudicado a quienes menos tenían y llegaban a la máxima instancia. Pudo haber puesto jueces adictos (como acostumbraba cada gobierno), pudo haber seleccionado a quien quisiera y decidió, en cambio, apoyar una reforma de la ONG “Por una Corte democrática” que consistía en la elección de jueces mediante el voto popular y el colegiado.

Kirchner también generó un trato único con los principales movimientos sociales surgidos en los 90' y en el 2001. Debemos alejarnos de la postura de clase media de condenar prácticas por fuera de nuestra rutina para comprender lo que les significó que un gobierno que llegue y los escuche, cuando durante 14 años habían recibido presiones y represiones. Ronda la anécdota de que, en el 2003, en una reunión entre Néstor y dirigentes del Movimiento Evita, de frentes de desocupados, de Patria Libre (hoy Libres del Sur), el Presidente les preguntó “muchachos, ¿qué quieren ustedes?”. Comenzaron entonces a enumerar: unidad latinoamericana, basta de despidos, generación de empleo, planes sociales para los carenciados, construcción de viviendas, construcción de escuelas, aumento del presupuesto educativo, independencia económica, etc.
Lo que les sorprendió es que la respuesta del mandatario no fue “bueno, muchachos, vamos de a poco”, o “bueno, vamos viendo como se dan las cosas, ahora no se puede”. La contestación fue “bueno, yo quiero saber si, después de hacer eso, ustedes van a tener los huevos para estar conmigo. Señores, a mi asunción vino Fidel (Castro), (Hugo) Chávez, Lula (Da Silva)”. Más aún, la política de no represión a la movilización social (quebrantada por algunos gobernadores kirchneristas), que era una innovación en 15 años.

De allí nació una unión importantísima. El Frente para la Victoria, una estructura con armado híbrido entre el duhaldismo y los pocos políticos que acompañaban a los Kirchner sumarían a los movimientos sociales, de forma lenta, a un entramado transversal que luego se rompería con el ingreso (por la victoria en las internas) del PJ (por la hegemonía de este último).

En los finales de su presidencia, comenzaba a producirse la ruptura de relaciones con el Grupo Clarín. Kirchner había mantenido buen trato con el grupo mediático para garantizarse cierta cobertura que lo escudara de la opinión pública (el diario y sus 300 medios alcanzaban al 60% de la población). Fue por ese entonces que se empezó a llamar al FPV “kirchnerismo”, y cuando se produjo el mayor distanciamiento de la clase media urbana.
A Néstor se le criticó su manejo institucional. A partir del 2005, el Congreso le otorgó superpoderes (potestad de emitir decretos-ley llamados de Necesidad y Urgencia) y, desde ese entonces, solo envió a las cámaras el 50% de los proyectos, a pesar de que hubieran sido aprobados por la mayoría automática.

Asimismo, se le reprocha, si bien no se asemejaban a la de principios de mileno y los 90’, tener casos de corrupción como los de su segunda ministra de Economía, Felisa Micelli (destituida tras el escándalo del dinero escondido en su baño). Kirchner, en la mayoría de los casos, removió a los acusados de su cargo inmediatamente.

El ex presidente tuvo una participación activa en lo que hoy todos conocemos como “Integración Latinoamericana”. Con el viento a favor de la asunción de gobiernos progresistas en el continente (Lula Da Silva, meses antes que él, Tabaré Vázquez en el 2005, etc.) y la presencia de otros previo al 25 de mayo, reimpulsó el comercio en el Mercosur, pulsó por la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), de la cual sería Secretario General en 2010, y previno un conflicto armado entre Colombia y Venezuela. Sin embargo, su accionar más importante fue cuando, en Mar del Plata, pronunció un discurso en frente a George Bush en el que manifestó el rechazo latinoamericano al tratado de libre comercio ALCA.

Kirchner fue un hombre con un discurso generalmente pasional, pero también racional. Impulsó sentimientos fuertes, como el orgullo nacional, la identidad latinoamericana y la independencia económica, generando cambios culturales que perduran en la Argentina. Fue un buen orador que apelaba fácilmente a una multitud.

Sabiendo esto, nos queda decir, ¿por qué, entonces, se forma esta suerte de adoración? A nuestra consideración, existe, en una gran porción de la sociedad, una admiración a un Presidente diferente a todo lo que habían visto (contando principalmente aquellos nacidos en los 70’ y 80’), “políticamente incorrecto”, lo caracterizarían. Ese sector brinda apoyo más allá de las críticas, debido a que consideran que en la balanza pesan más las medidas previamente descriptas, a pesar de no tener tan en cuenta el esfuerzo y el apoyo (o presión) popular que se necesitaron para lograrlas, precisamente el que ellos dieron. A esto, podríamos denominarlo kirchnerismo.

Aclaración: Obviamente, existe otro gran sector de la población que, por no coincidir con sus métodos y/o ideologías, o simplemente por un análisis (una balanza) distinto, simplemente respeta la trayectoria. Si bien reconocen mejoras, consideran que hay proyectos con los que hubiera habido más y mejores logros o simplemente desaprueban demasiado su trayectoria como para seguirlo. Una hipótesis, no menos válida, afirma que, debido al apoyo mediático hasta el 2007, Néstor Kirchner fue mucho mejor visto que Cristina Kirchner y que, por comparación, se lo suele resaltar al primero. También, existe una parte, menor, de la sociedad que ni lo admira ni respeta. Lo considera un presidente más, descree o desacuerda con su ideología, su modalidad y su accionar.