2 de noviembre de 2011

La inflación y la restricción interna

Hay un problema que, para muchas economías latinoamericanas, ha resurgido como una de las causas que impiden y truncan su desarrollo industrial. Ya no es más la restricción externa la verdadera causa de que existan sectores estrangulados en la economía latinoamericana y más precisamente Argentina, aquella que nacía directamente de su incapacidad de obtener excedentes de divisas, sino que el impedimento que obliga a tener niveles constantes de inflación en aumento y que a la larga estanca a la economía, surge dentro mismo de la estructura productiva de la región. Llamamos a eso restricción interna y lo compararemos con la externa, tratando luego de esbozar algunas salidas posibles y un futuro indeterminado pero imaginable para la coyuntura político-económica actual.

Primero, ¿Qué es la restricción externa? A grandes rasgos, se trata de una problemática que surgió a partir del desarrollismo iniciado entre los años ’50-’70, que culmina con la noción de “progreso” relacionada a la inserción en un comercio internacional sin barreras propuesta por Martínez de Hoz. El desarrollismo plantea que el intercambio en términos de centro-periferia contribuye al distanciamiento y al aumento de la brecha diferencial entre países desarrollados y subdesarrollados; bajo relaciones de comercio librecambistas con países agroexportadores y otros industriales, el subdesarrollo de la periferia es consecuencia del desarrollo del centro. Entonces, gobiernos motivados por esta concepción impulsaron procesos de industrialización creciente en la región, pero empezaron a encontrarse con el problema que exponemos. Para industrializar el país era necesario obtener maquinarias e insumos industriales que solo se producían en las potencias centrales desarrolladas, dígase EE.UU. y Europa en general. Para comerciar con el resto del mundo se necesitaba obtener divisas en términos comerciales (al igual que hoy en día), es decir sostener un determinado superávit comercial (balance favorable a la Argentina en la balanza comercial, saldo entre importaciones y exportaciones) que permita sustentar los ingresos de los insumos necesarios para la industrialización. Pero ello no se dio, el superávit comercial pocas veces se sostuvo. La salida a esto fue atraer la inversión de capitales extranjeros y endeudarse para sostener el proceso. De esta forma se empezó a armar la bola de nieve que fue creciendo y que hoy conocemos como deuda externa. La incapacidad de la Argentina para obtener divisas contribuyó a un proceso de industrialización más lento, que fue borrado de la agenda política por las dictaduras de turno y luego de las democracias de turno, hasta su colapso en el 2001.

Pero con el nuevo milenio post crisis, volvió a aparecer la industrialización y el comercio de productos manufacturados, sean algunos tecnológicos (Argentina es uno de los principales exportadores de software) o de industria pesada (autos ensamblados que se venden a Brasil). En gran parte, la llegada de insumos y, por ejemplo, autopartes, se sustenta con el comercio de la soja, que goza de buena salud en cuanto a su precio y el superávit comercial lo demuestra. Esto sumado a una política de desendeudamiento nos hace creer que solucionado el problema de la restricción externa, podremos encaminarnos a una etapa de crecimiento indefinido e ilimitado. Pero otra vez surgen complicaciones, ahora dentro de nuestro propio país.

Reproducimos, porque no es una idea nuestra, el concepto de la restricción interna. ¿Qué significa que existan aspectos que limitan el desarrollo dentro de nuestro país? Nos referimos a lo que es una consecuencia del crecimiento económico elevado, a tasas chinas dirían algunos, en los últimos años. Cuando comienza a subir la demanda de un país, en concordancia con una oferta que comienza a recibir inversiones importantes, como por ejemplo las PyMes que sostienen un nivel de empleo alto, la economía comienza a llegar a lo que se denomina “cuellos de botella”. A medida que las industrias exigen más insumos y contratan más personal, también requieren mayores gastos en costos fijos, como por ejemplo la energía o la infraestructura de transportes. En el caso de la Argentina, estos dos sectores nombrados están “estrangulados”, es decir su oferta es incapaz de suplir una demanda creciente. Como dicen las leyes de la demanda y la oferta, con el objetivo de que no se produzca escasez, cuando una oferta es menor a la demanda, los precios suben. Pero hay un problema con estos sectores y es que ambos integran la categoría de bienes “inelásticos”, es decir, bienes que presentan una demanda relativamente insensible frente a cambios en los precios; si suben sus precios, su demanda no caerá tanto. Es esta, hoy en día, la real causa de la inflación, porque cada vez los costos de sostener una industria son mayores ya que los recursos energéticos deben ser importados (que son más caros que producirlos acá) y ello se traslada a los precios de mercado de los productos ofrecidos. Es también la causa de que el gasto público en subsidios a la energía se haya incrementado para no afectar el consumo y la producción, sosteniendo el nivel de demanda y empleo. Sin embargo, no sabemos a qué se debe la carencia de oferta, si a empresarios especuladores con los precios de su industria o si a la falta de inversión, pero eso no quita que todos suframos sus consecuencias.

Hemos visto que superada la restricción externa, queda solucionar la restricción interna que hoy nos provoca niveles de inflación crecientes y que afecta directamente al poder adquisitivo de las clases bajas y medias-bajas. ¿Cómo podría solucionarse tal problema? Concretamente no podemos decir nada seguro, pero podemos esbozar algunas respuestas. En principio los esfuerzos económicos del gasto público deberán ser dirigidos a aumentar la oferta de los sectores estrangulados, pero esto nos presenta un doble problema: si el gasto público sigue en aumento la inflación nunca se reduciría y entonces ¿Cómo hacer para aumentar la oferta sin que aumente la inflación? Podríamos decir que resignando capacidad de consumo en los sectores con mayor propensión al ahorro, esto es, congelar los subsidios en familias pudientes. Otra opción es también quitarlos a empresas multinacionales. Esto no significa reducir el gasto público, sino redistribuirlo.

La estrategia empieza a dar sus primeros pasos hace pocas horas, luego de que el Gobierno Nacional haya decidido quitar en un 100% los subsidios a empresas de hidrocarburos, mineras, juegos de azar, telefonía móvil, entre otras sin que ello afecte el precio de lo ofertado. Así el ministro de Economía y reciente vicepresidente electo aseguró que “se empezará por las empresas y no por las familias”. Para aumentar la oferta del sector quitando los subsidios podrá fomentarse la llegada de inversión externa en ese sector, principalmente en energía, ya que la infraestructura de transporte es cuestión de estado. Así, por ahora el consumo se mantendría aunque quedará esperar a ver si se solucionan los problemas por estrangulamiento, según de qué manera se redistribuya el gasto público.

Hemos tratado de elaborar algunas conceptualizaciones que hoy explican las causas de la inflación y quizás también de que magantes industriales que se ven forzados a aumentar los precios de su producción, recibiendo ingresos cada vez menores, prefieran dolarizar sus proyectos de inversión y transformarlos en ahorros, lo cual contribuye a presionar el tipo de cambio y obliga al Banco Central a intervenir para no perjudicar a los productores que importan insumos en esa divisa. La redistribución comienza a verse, pero aún queda por analizar si ello motiva avances en política desinflacionaria o no.

27 de octubre de 2011

La vida de un hombre para entender un proyecto

¿Qué tuvo Néstor Kirchner, un solo hombre, para haber generado semejante admiración en gran parte de la sociedad, y respeto en otra buena porción? ¿Qué lo destacó tanto de entre sus pares políticos para encabezar un movimiento que, aún luego de su muerte, se construyó desde bases totalmente diferentes, desde las clases más altas a las más bajas y pasando por la clase media? ¿Cómo es que generó el "kirchnerismo", aquel fenómeno político que aún hoy es interpelado por los analistas? Son interrogantes que intentaremos responder en el limitado espacio que poseemos, a lo sumo de forma acotada.

Néstor Kirchner, vale recordarlo, llegó en un mometo de efusividad política muy fuerte. Veníamos de una crisis económica y política como nunca en democracia (por primera vez no hubo golpe militar de por medio), de la proliferación de los movimientos sociales, de trabajadores desocupados y de jubilados en protesta contra los ajustes; y, principalmente, del asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, que habían provocado el llamado a elecciones tras tener 5 presidentes en 10 días (el último duró 1 año).

Como si ésto no fuera suficiente, asumió con poco apoyo tras perder con Carlos Menem en la primera vuelta (el riojano se retiró de la segunda) y con poca confianza por parte de los sectores combativos de la sociedad, por venir de la mano de Eduardo Duhalde. Podría haber sido él como López Murphy, quien quedó 6 puntos por debajo, ya que ninguna propuesta superó el 25% de los votos. En este contexto, fue sorprendente su discurso de asunción, completamente desacorde a lo que presuntamente era su pasado y presente político.

Desde su asunción, Kirchner asumió una perspectiva en materia de Derechos Humanos que no existía desde el principio del gobierno de Raúl Alfonsín. El primer batacazo que dio fue la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, así como la orden de bajar el cuadro de Rafael Videla de la Escuela de Mecánica de la Armada, y así ganó el visto bueno de muchas organizaciones cada vez menos escépticas.

En materia económica, faltaba mucho por hacer. El desempleo estaba por las nubes, los salarios por el piso y la pobreza generada en el 76', contenida en el 83' y profundizada desde el 89' en adelante era atroz, llegaba al 53% en el 2002. Eran estas las mayores preocupaciones. Obra pública, fomento de inversiones a través de pagos de deuda y medidas proteccionistas para fomentar el mercado interno fueron algunas de las medidas que utilizó para reducir esta cifra. Al finalizar el gobierno de Kirchner, la pobreza llegaba al 23% de la población.

El desempleo se redujo fuertemente, aunque, todavía, no se impulsaría la fuerte campaña contra el trabajo informal. Paso de ser del 21,5% al 8,5% en el 2007. Una reducción superior al 50%. A esto se le suma la reinstitución de las paritarias (negociaciones de salarios y condiciones laborales bianuales), un derecho perdido en los 90’ e incrementó el salario mínimo en un 400% (de $ 200 a $ 900).

Asimismo, no se puede dejar de mencionar el pago de la deuda externa al Fondo Monetario Internacional. Este organismo requería, para aprobar sus cesiones monetarias, la potestad de controlar e interferir en la economía de los paises. Por primera vez en 3 décadas, la deuda dejaría de representar el 100% del PBI, y, por sobre todo, la Argentina dejaría de depender de un órgano extranjero para aprobar sus medidas económicas.

Néstor también se encargó de reformar un aparato fundamental: la Corte Suprema. En ese momento, estaba conformada por jueces menemistas acusados en múltiples casos de corrupción y con un juicio generalmente reaccionario y liberal que había perjudicado a quienes menos tenían y llegaban a la máxima instancia. Pudo haber puesto jueces adictos (como acostumbraba cada gobierno), pudo haber seleccionado a quien quisiera y decidió, en cambio, apoyar una reforma de la ONG “Por una Corte democrática” que consistía en la elección de jueces mediante el voto popular y el colegiado.

Kirchner también generó un trato único con los principales movimientos sociales surgidos en los 90' y en el 2001. Debemos alejarnos de la postura de clase media de condenar prácticas por fuera de nuestra rutina para comprender lo que les significó que un gobierno que llegue y los escuche, cuando durante 14 años habían recibido presiones y represiones. Ronda la anécdota de que, en el 2003, en una reunión entre Néstor y dirigentes del Movimiento Evita, de frentes de desocupados, de Patria Libre (hoy Libres del Sur), el Presidente les preguntó “muchachos, ¿qué quieren ustedes?”. Comenzaron entonces a enumerar: unidad latinoamericana, basta de despidos, generación de empleo, planes sociales para los carenciados, construcción de viviendas, construcción de escuelas, aumento del presupuesto educativo, independencia económica, etc.
Lo que les sorprendió es que la respuesta del mandatario no fue “bueno, muchachos, vamos de a poco”, o “bueno, vamos viendo como se dan las cosas, ahora no se puede”. La contestación fue “bueno, yo quiero saber si, después de hacer eso, ustedes van a tener los huevos para estar conmigo. Señores, a mi asunción vino Fidel (Castro), (Hugo) Chávez, Lula (Da Silva)”. Más aún, la política de no represión a la movilización social (quebrantada por algunos gobernadores kirchneristas), que era una innovación en 15 años.

De allí nació una unión importantísima. El Frente para la Victoria, una estructura con armado híbrido entre el duhaldismo y los pocos políticos que acompañaban a los Kirchner sumarían a los movimientos sociales, de forma lenta, a un entramado transversal que luego se rompería con el ingreso (por la victoria en las internas) del PJ (por la hegemonía de este último).

En los finales de su presidencia, comenzaba a producirse la ruptura de relaciones con el Grupo Clarín. Kirchner había mantenido buen trato con el grupo mediático para garantizarse cierta cobertura que lo escudara de la opinión pública (el diario y sus 300 medios alcanzaban al 60% de la población). Fue por ese entonces que se empezó a llamar al FPV “kirchnerismo”, y cuando se produjo el mayor distanciamiento de la clase media urbana.
A Néstor se le criticó su manejo institucional. A partir del 2005, el Congreso le otorgó superpoderes (potestad de emitir decretos-ley llamados de Necesidad y Urgencia) y, desde ese entonces, solo envió a las cámaras el 50% de los proyectos, a pesar de que hubieran sido aprobados por la mayoría automática.

Asimismo, se le reprocha, si bien no se asemejaban a la de principios de mileno y los 90’, tener casos de corrupción como los de su segunda ministra de Economía, Felisa Micelli (destituida tras el escándalo del dinero escondido en su baño). Kirchner, en la mayoría de los casos, removió a los acusados de su cargo inmediatamente.

El ex presidente tuvo una participación activa en lo que hoy todos conocemos como “Integración Latinoamericana”. Con el viento a favor de la asunción de gobiernos progresistas en el continente (Lula Da Silva, meses antes que él, Tabaré Vázquez en el 2005, etc.) y la presencia de otros previo al 25 de mayo, reimpulsó el comercio en el Mercosur, pulsó por la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), de la cual sería Secretario General en 2010, y previno un conflicto armado entre Colombia y Venezuela. Sin embargo, su accionar más importante fue cuando, en Mar del Plata, pronunció un discurso en frente a George Bush en el que manifestó el rechazo latinoamericano al tratado de libre comercio ALCA.

Kirchner fue un hombre con un discurso generalmente pasional, pero también racional. Impulsó sentimientos fuertes, como el orgullo nacional, la identidad latinoamericana y la independencia económica, generando cambios culturales que perduran en la Argentina. Fue un buen orador que apelaba fácilmente a una multitud.

Sabiendo esto, nos queda decir, ¿por qué, entonces, se forma esta suerte de adoración? A nuestra consideración, existe, en una gran porción de la sociedad, una admiración a un Presidente diferente a todo lo que habían visto (contando principalmente aquellos nacidos en los 70’ y 80’), “políticamente incorrecto”, lo caracterizarían. Ese sector brinda apoyo más allá de las críticas, debido a que consideran que en la balanza pesan más las medidas previamente descriptas, a pesar de no tener tan en cuenta el esfuerzo y el apoyo (o presión) popular que se necesitaron para lograrlas, precisamente el que ellos dieron. A esto, podríamos denominarlo kirchnerismo.

Aclaración: Obviamente, existe otro gran sector de la población que, por no coincidir con sus métodos y/o ideologías, o simplemente por un análisis (una balanza) distinto, simplemente respeta la trayectoria. Si bien reconocen mejoras, consideran que hay proyectos con los que hubiera habido más y mejores logros o simplemente desaprueban demasiado su trayectoria como para seguirlo. Una hipótesis, no menos válida, afirma que, debido al apoyo mediático hasta el 2007, Néstor Kirchner fue mucho mejor visto que Cristina Kirchner y que, por comparación, se lo suele resaltar al primero. También, existe una parte, menor, de la sociedad que ni lo admira ni respeta. Lo considera un presidente más, descree o desacuerda con su ideología, su modalidad y su accionar.

20 de octubre de 2011

El decadente fin de la Coalición Cívica llega un punto cúlmine

La Coalición Cívica camina una cuerda floja. Sus malos resultados electorales la han dejado al borde de la disolución y/o la división, pero, lo que es peor, su contenido político demuestra una creciente incapacidad de interpelación al votante.

El caso más prominente lo encontramos en la confección de listas. Allí, esa idea de conformar una fuerza de centroizquierda de Elisa Carrió llegó a su fin cuandodecidió aliarse al ex titular de las CRA (Confederaciones RuralesArgentinas) y sospechado colaboracionista con la última dictadura, Mario Llambías (el del sucio trapo rojo).

Si a ello le sumáramos las visiones apocalípticas de la dirigente, sus continuas faltas de respeto a dirigentes de renombre en diferentes fuerzas (la más reciente a Hermes Binner, en su delirio de la supuesta reforma para la reelección indefinida), tendríamos mezcla suficiente para condenar a la desaparición a esta fuerza, pero aparentemente continúan esmerándose en apurar el proceso.

El candidato a diputado, Fernando Iglesias, no tuvo mejor idea que crear el peor video de campaña de su partido, a fin de, quizás, quitarse votos de encima. Se llama “Los locos K”, y no consta de más que una gran y penosa chicana al kirchnerismo.

Quizás juzgo velozmente, usted dirá, pero comprendamos que al lado de este video, Ricardo Alfonsín es un prócer cuando le habla a Cristina Kirchner, Guillermo Moreno no toca a una mosca, Eduardo Duhalde es Abraham Lincoln cuando dice que gobernó con orden y Hermes Binner es un adolescente con guitarra eléctrica en sus discursos.

No es que no se puedan criticar los temas que se muestran, de hecho me parecen dignos de una discusión, pero aproximarse a ellos de esta forma es lo más bajo que una fuerza política puede hacer.

Y es así igual. La Coalición Cívica saldrá por debajo del Frente de Izquierda, Patricia Bullrich asumirá como diputada del PRO y un ruralista con pasado dudoso será nuestro representante en el Parlamento. Cosas que dejan estructuras anticuadas y (afortunadamente) abandonadas por la gente. Será cuestión de esperar a que desaparezca esta oposición en chiste.


11 de octubre de 2011

¿Qué son la izquierda y la derecha?

Tanto la izquierda como la derecha han sufrido variaciones históricas, cada época impone su propia concepción acerca de lo que cada término engloba y no son conceptos que se puedan aislar y discutir fuera un contexto económico, político, social e internacional particular. Ambos son conceptos históricamente modificables y que a su vez representan las ideologías predominantes de una época, principales disputas que se dan en el espectro político pero que también luchan por ocupar y asumir un lugar en el sentido común, buscan tener arraigo en la sociedad en su conjunto, de modo tal que esta legitime su accionar. Haremos un repaso de algunas principales luchas que se han dado y que han embebido a la historia de la derecha y la izquierda, para finalmente darnos cuenta de que no podemos hablar de ellas sin tener en cuenta el mundo real en el que vivimos.

Ambos conceptos surgen en la época de la Revolución Francesa, allá por el siglo XVIII, cuando el modelo feudal daba señales de decadencia y cuando la monarquía absoluta, que sin embargo nunca llegó a ser tal, se encontraba con problemas para financiar el creciente gasto del aparato que dominaba. La burguesía, habitante de los “burgos”, las ciudades de la Edad Media, había ya empezado a desarrollar las bases del capitalismo industrial, el mercantilismo y los negocios en ultramar, que fueron la base del desarrollo industrial ulterior. Es así, que en las reiteradas asambleas organizadas por los revolucionarios franceses, en donde se hablaba de conservadores y transformadores, aparecían por primera vez la derecha y la izquierda. Sin embargo, su nacimiento estaba tan relacionado a una forma de pensar particular como a la posición que cada grupo ocupó en las asambleas constituyentes convocadas por el propio Luis XVI. Los que pretendían abolir la monarquía, los liberales políticos clásicos, miembros de la burguesía, se sentaron a la izquierda, mientras que los que pretendían continuar con el orden vigente, el clero y los nobles, se sentaron a la derecha. La idea de la izquierda relacionada a la transformación del orden y la derecha a su conservación aún permanece en nuestros días, pese a que los representantes de cada sector ya no son los mismos.

De esta forma y a medida que se consolido el nuevo régimen industrial, la burguesía dejo de ser la izquierda y paso a ser la derecha. La influencia del marxismo le dio un nuevo significado a las luchas de clases; ahora los que trataban de conservar el orden y su jugosa plusvalía eran los burgueses dueños de los medios de producción, mientras que los que luchaban por la transformación del orden eran los trabajadores agrupados en partidos radicales.

Ya en 1917 con la Revolución Rusa, la izquierda cobró un nuevo impulso y pasó a ser una real amenaza para las potencias capitalistas como lo eran en ese momento Francia, Inglaterra y Alemania. Pero en 1929, la crisis internacional afectó a todos los países, excepto a la URSS, y las salidas fueron variadas. Llegaron desde el extremismo de derecha, con la expansión del fascismo a las soluciones conciliadoras entre estado, mercado y democracia como fue el keynesianismo. Este último es uno de los que quiero rescatar, por la significación que conlleva y que hoy encuentra relación en nuestra época. En su momento, el keynesianismo, podríamos decir, fue la “salida de derecha” a la crisis internacional, frente a grupos que cada vez se volvían más combativos y radicales en cuanto a sus ideales de transformación social y económica. Keynes había logrado proponer una solución capitalista a la crisis mediante una fuerte intervención estatal para restablecer la competencia y el mecanismo de mercado con la plena utilización de los factores productivos, esto es, la existencia del pleno empleo. Él mismo, en el último capítulo de su “Teoría General sobre la ocupación, el interés y el dinero”, afirma que “no es la propiedad de los medios de producción la que conviene al estado asumir” y agrega “por mi parte creo que hay justificación social y psicológica de grandes desigualdades en los ingresos y la riqueza, pero no para tan grandes disparidades como existen en la actualidad” haciendo alusión al nivel de desempleo existente en los años ’30. Lo que significó el nuevo orden instaurado por el keynesianismo fue la abolición, luego de superada la crisis con éxitos considerables, de todo intento de toma del poder político para transformar la estructura económica y ordenarla bajo relaciones comunistas, o por lo menos en la versión soviética del comunismo, un “socialismo de bienestar”, según Kruschov. Un trabajador con necesidades básicas satisfechas, una amplia gama de servicios sociales asegurados y la existencia de mejoras materiales en su ámbito privado resigna, a costa de sostener todo ello, la Revolución. Este fue el problema de la izquierda en los “30 gloriosos años del capitalismo” que van desde los años ’40 a los ’70, concluyendo con la crisis del petróleo.

Pero fue a partir de la decisión de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de aumentar el precio del barril de US$ 2 a US$ 10, que las ideas keynesianas entraron en decadencia, así como su sistema, dando lugar a un resurgimiento del pensamiento liberal clásico y neoclásico con algunas reformulaciones tanto en su parte económica como en sus aspectos filosóficos. La salida a tal crisis fue, nuevamente, una salida capitalista, pero no ya bajo la doctrina keynesiana, sino bajo esta nueva reformulación que es hoy conocida como Neoliberalismo, con Friedman, Hayek y los “Chicago Boys” como máximos exponentes; en Argentina estaríamos hablando de Alsogaray o Cavallo como los representantes de su escuela. De esta forma, la izquierda nuevamente reflotó sus reclamos, esta vez sí cooptando grandes masas desposeídas en contradicción con un mundo de riquezas, como dijo alguna vez Marx, pero la coerción fue el principal método utilizado para callarlas. No tiene sentido volver a describir las dictaduras en Latinoamérica, que son un buen ejemplo de ello, pero si vale la pena mencionarlas. La derecha, conservadora del orden existente, había triunfado una vez más y pasaría a ser hegemónica.

Ya a finales de la década del ’90, la URSS se desintegró y la izquierda quedo mortificada frente a la opinión pública; toda referencia a la intervención estatal en materia económica causaba estupor, por no decir odio o bronca. Pero, desde la experiencia latinoamericana, muchos países se empezaron a dar cuenta que el nuevo orden era otro proceso de acumulación parecido al proceso originario, es decir, América Latina seguía contribuyendo con su subdesarrollo al desarrollo internacional, favoreciendo y agigantando la competencia imperfecta. Y así llegamos al hoy en día, en donde estos países luchan por cerrar las páginas de un libro lleno de tragedias, pero que ha contribuido a transformar la concepción de la izquierda y la derecha una vez más.

Si antes la derecha fue Keynes, hoy en día es el neoliberalismo. Las ideas del autor inglés, que impulsan un “control político de la vida económica” a través del gasto público, las tasas de interés en su punto óptimo y la redistribución de la renta, devenida del sistema tributario, desde los sectores con mayor propensión al ahorro hacia aquellos con mayor propensión al consumo para mantener a la demanda agregada estimulada y disminuir la brecha entre los más ricos y los más pobres se han convertido en parte de las luchas de la centro-izquierda, porque la izquierda radical aún sigue existiendo pese a que no tenga arraigo en grandes sectores de la sociedad. Las luchas por el pleno empleo, a costas de sostener el mecanismo del mercado, es hoy una propuesta de los partidos de centro-izquierda, reconocidos con las socialdemocracias posteriores a la Segunda Guerra Mundial, es decir, ubicadas en un reformismo que opera dentro de relaciones económicas capitalistas.

La salida que alguna vez fue de derecha, hoy se ha convertido en la centro-izquierda. Las clases altas en el día de hoy, que podrían englobarse en un sentido burlesco bajo el concepto de burguesía, que alguna vez fue de izquierda, se reconocen con la filosofía neoliberal, aunque no sepan mucho de sus implicancias económicas para nuestra región o quizás hayan olvidado la historia.

Burguesía contra monarquía, socialismo contra keynesianismo y keynesianismo contra neoliberalismo, son algunas de las comparaciones que nos permiten mostrar cómo fueron variando la izquierda y la derecha en su historia.

Ambas han luchado históricamente por instaurar su hegemonía en el “pensamiento cotidiano”, aunque cada situación particular muestra un nivel de adhesión a alguna de estas dos posturas o, muchas veces, simplemente muestra su confusión. Para entender esto último, será necesaria otra editorial. Por ahora nos conformamos con entender la volatilidad de los términos que estamos discutiendo y que no podemos desligar las concepciones que hoy brotan del tejido social con la historia de su desarrollo, porque todo pensamiento es ideología y todo ser, según Althusser, un “animal ideológico”. La disputa entre la transformación y la conservación sigue presente, con otras caras, pero con la misma fuerza.

29 de septiembre de 2011

Problemas en Democracia, soluciones en Democracia

Si en oposición a la indiferencia cotidiana nace este proyecto, nos hacemos cargo del compromiso que conlleva” decíamos hace un par de meses, y no nos pensamos retractar en tan poco tiempo. La problemática de hoy, y quizás como algunas de los días que nos siguen, merece una importancia trascendental y un tratamiento que sea delicado, algo similar a jugar con fuego. En fin y al cabo, eso hacemos los que trabajamos con ideas, representaciones e imaginarios.

Analizaremos una cuestión esencial que surge, y más que nunca, en este último tiempo, como un factor no de desestabilización, pero sí de crítica injusta a un sistema político que constantemente nos da frutos, pese a que no los sepamos recoger. Nos gustaría para ejemplificar nuestra argumentación establecer un orden de trabajo. Definiremos lo que creemos como Libertad y Democracia, para luego establecer una analogía que a medida que sigan la lectura, irán dando cuenta hacia dónde se dirige.

La libertad interior se traduce en falta de libertad exterior. El lugar del alma se utiliza para disculpar la miseria” decía Herbert Marcusse, en “Acerca del carácter afirmativo de la cultura”, tratando de ver cómo, a través de la justificación de que todos somos libres, no nos damos cuenta que elegimos todo menos las condiciones materiales en las cuales nacemos y que condicionan nuestro desarrollo ulterior. Estas condiciones, por más que nos los quieran negar, se aparecen independientes de nuestra voluntad. Los “fundamentalistas del libre mercado”, como llama Stiglitz a los neoliberales, creen que toda intervención supraindividual en materia de decisión económica de los individuos conduce inevitablemente a la servidumbre (tesis principal de Hayek en “Camino a la servidumbre”). Sin embargo y al juicio de este escritor, la libertad significa posibilidad de elegir, que la libertad interior garantizada se traduzca también en libertad exterior”. Si es necesario que exista un intervencionismo regulador para brindar mejores condiciones al conjunto social, es decir, si se asegura a la población la posibilidad de elegir qué hacer con sus vidas, entonces la libertad estará garantizada. Si se pregonan las libertades económicas, y entonces ello no beneficia al conjunto o limita el desarrollo de una parte de él, la existencia real de las libertades será una deuda del pensamiento humano.

El segundo tópico es la Democracia, este sistema político que se pone en duda por el sentido común cuando se observa cualquier tipo de situación que involucre a la conflictividad social. Con esto me refiero al pedido constante por derechos humanos únicamente para los “buenos” y la demencia de decir “desaparecidos en democracia” para referirse a las víctimas de trata o secuestros. Para nosotros, la democracia, entendida más allá de su concepción iniciada por el liberalismo político, implica la extensión de derechos tanto individuales como sociales al grueso social. Entre estos derechos se encuentran los de pugnar por una vida más digna e influir en las decisiones del poder, que muchas veces se desentiende de sus reclamos. Pero argumentar que los problemas de la democracia no existirían con otro sistema es una ridiculez; lo único que sucedería es que no los veríamos o quizás algo peor, creeríamos que nos podemos salvar solos siendo los sujetos que Sábato llamo “átomo-capsula” aquellos que como átomos se refugian en la capsula de su vida privada, y la vida privada de otras personas, restándole importancia a su vida pública, esencial para lo que Gandhi llamó la “educación del corazón”, relacionada a profundos valores de paz y solidaridad con el otro.

De esta forma llegamos a lo central en nuestra argumentación y para eso partiremos de una metáfora que nos permita ejemplificarla. La democracia y su relación con la sociedad se asemeja a la relación que una madre tiene con su hijo adolescente, mientras que la relación entre una dictadura y la sociedad representa la etapa en la cual el hijo es todavía un joven que da sus primeros pasos en este mundo y la madre es su tutora.

No es algo casual que suceda de esta forma. Un niño de seis años es guiado y tutorado por su madre. Su libertad es nula; todas sus decisiones dependen de un poder que lo excede y bajo el cual se encuentra sometido. No es solo un poder coercitivo, como lo puede ser un castigo físico, sino que es un poder que ya Gramsci, en sus “Cuadernos de la cárcel”, había definido y que refiere a un consentimiento frente al sometimiento, a una auto-identificación de la persona con ese poder, lugar del cual deviene su legitimación y que recibe el nombre de hegemonía. El niño no discute, acata. Tampoco participa de las decisiones parentales; ni siquiera es un órgano consultivo. Y la rebeldía se paga con la disciplina, el adoctrinamiento, frente a lo cual sus defensas son escasas, contribuyendo a la larga al acostumbramiento, a la aceptación de esa dominación bajo la cual vive. Podemos dar por sentado de esta cadena lógica, que la conflictividad entre la Madre y su Hijo es poca, y aquella que surge es rápidamente opacada por las fuerzas que modelan al niño y que se idealizan en el pensamiento predominante y dominante; los límites son el aniquilamiento de cualquier tipo de desviación que amenace la hegemonía.

Podemos ver reflejado, como el rol de la Dictadura ha contribuido a moderar y opacar la conflictividad social. No es que no existiera, es que los disidentes eran castigados con algo peor que ir al rincón; sufrían la destrucción material de su cuerpo, portador de sus ideales. Los que aún tenían el coraje de tener libros en sus casas y pensar diferente a lo hegemónico, sentían una presión ya descripta por Weber en “La política como vocación”, la presión de la responsabilidad frente a la ética. Si era necesario quemar mis ideales, materializados en mis libros o agendas, para salvar a mi familia, entonces estaba haciendo lo correcto. Bajo esas circunstancias no se vive, se sobrevive. A la larga, la parsimonia predominó y reprodujimos un orden impuesto, con el que inclusive, muchos estuvieron de acuerdo y aún lo siguen estando. Quizás porque nunca dejaron de ser niños de seis años.

Pero el niño creció, salió de la pasividad en la cual se había sumido y decidió enfrentar a su Madre. Llegó la adolescencia y crecieron los problemas entre ellos, porque la libertad le permitió tomar decisiones sobre su vida, sobre sus estudios, sobre las problemáticas familiares y en tantos otros aspectos que se puedan imaginar. Muchas de esas decisiones desafiaban la hegemonía de la Madre, que aún con sus costumbres restrictivas, pretendía poner bajo su manto al hijo ya crecido. Sin embargo, este comprendió que la legitimidad de su dominación devenía de su identificación con el pensamiento materno; cuando esto se rompió, entonces también se rompieron las cadenas que lo esclavizaban a una vida de dependencia y el bozal que le impedía hablar por sí mismo. Las luchas diarias se vuelven constantes y las discusiones en las cenas eternas e irresolubles. La rebeldía es una característica del pedido constante por mayor libertad y una consecuencia de la amplitud y la extensión de los derechos adquiridos a través de ella. La influencia materna deja de ser tan determinante; en este sentido, pasa a un segundo plano y el pensamiento propio surge como la respuesta a la sumisión. El castigo físico no es ya una vía posible, porque como bien diría algún que otro teórico que ya nombramos “la violencia no es una demostración de fuerza, sino de debilidad”. Cuánto más se castigue, menor será la legitimidad que el poder obtenga de quién desea que sea su sometido y mayor resistencia encontrará para lograr su sometimiento, radicalizando la diferencia y rompiendo definitivamente la auto-identificación con el pensamiento dominante.

De esta forma concluimos que es por esta razón que la Democracia suscita nuevas problemáticas y discusiones que deben ser otorgadas y garantizadas. La Democracia permite no solo la extensión de los derechos, suprimidos durante la Dictadura (infancia), sino también un ámbito de Libertad bajo el cual exigir modificaciones en las condiciones materiales en la cual se desenvuelve la vida de los hombres, para que tal libertad de exigir se transforme también en libertad de elegir, para la persona, sus hijos, sus nietos y todos sus descendientes.

Es cierto que desde que retornamos a la democracia los problemas son mayores en cuanto a conflictividad social (representada por la rebeldía adolescente frente a la Madre) pero es la consecuencia de gozar de mayor libertad para reclamar derechos postergados y suprimidos durante la Dictadura (representada por la sumisión al pensamiento materno y el castigo frente a su cuestionamiento); aquellos silenciados con el sonido de las picanas eléctricas y los motores de los Falcon verdes que recorrían las calles, que cumpliendo con las órdenes dictadas por sus superiores, lograron hacerle honor a la frase que reconoce la “obediencia antes que la conciencia”, que se hizo famosa en los Juicios de Nurenberg, cuando Eichmann declaró "no perseguí a los judíos con avidez ni con placer. Fue el gobierno quien lo hizo. La persecución, por otra parte, sólo podía decidirla un gobierno, pero en ningún caso yo. Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia. En aquella época era exigida la obediencia, tal como lo fue más tarde de los subalternos".

Solo queda una última reflexión. No podemos delegar la culpabilidad de haber causado la conflictividad a la democracia, esto sería poco justo y además trataría de socavar las bases y destruir las firmes columnas que la sustentan y que deberíamos tratar de afirmar cada día aún más. Es por esto que necesitamos que las libertades individuales como sociales se hagan presentes para construir un lugar en donde la conflictividad tenga respuestas de carácter integro y en donde, luego de un tiempo, podamos disfrutar los beneficios de su ejercicio. De nada sirve encolumnarse detrás del castigo y el adoctrinamiento ideológico porque eso sería esconder los problemas, los cuales tarde o temprano, se darán a conocer, con mucha más fuerza que antes. Así como la Madre otorga progresivamente más libertad y posibilidad de elegir a su hijo, la democracia deberá hacer lo mismo con la sociedad que la ejerce, porque los problemas de la democracia se resuelven en democracia. Es la única forma real de avanzar humanamente.

22 de septiembre de 2011

La era de las Alianzas y las Regiones: Hacia un mundo multipolar

En 1989, el Muro de Berlín se derrumbaba. Dos años más tarde, la URSS dejaba de ser lo que había sido por 74 años: uno de los polos del mundo, hasta entonces, bipolar. Se consagró desde allí, la hegemonía del pensamiento estadounidense representado por la Escuela de Chicago y para América Latina, el Consenso de Washington. Un Mundo unilateral, organizado en entidades financieras internacionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), manejado por las potencias históricas (EE.UU. y Europa). Esto tuvo como consecuencia la sumisión económica y cultural a vastas regiones del mundo, llevándolas a una decadencia que todavía persiste y cuyas consecuencias aún padecemos y sufrimos.

Claro está, que en América Latina, tal proceso empezó mucho antes, allá por los años ‘70, como un intento de contener la “subversión”, la cual pondría en peligro la dominación e influencia del capitalismo en Occidente. En defensa de sus intereses, se cometieron los actos atroces y horrendos que todos conocemos. Y así llegamos al Siglo XXI, con una concentración de la riqueza en manos de unos pocos que se vuelven menos cuando se los compara contra el grueso de la población mundial.

Pero de a poco se va abriendo el espacio para una nueva era, a los ojos de estos redactores. Conviene antes, repasar la historia. El Mundo conoció, desde el inicio del capitalismo, allá por fines del Siglo XVIII y el Siglo XIX, la consolidación del capitalismo industrial, con un poderío ejercido desde tierras anglosajonas. Sin embargo, en octubre de 1917, Lenin, con su llegada al poder en Rusia, decidió instalar la “dictadura del proletariado” y ya en 1931, Stalin decía “si la URSS no se convierte en una potencia de aquí a diez años, Occidente intentará destruirla e implementar el capitalismo”. Diez años después, Hitler invadía Rusia en el Frente Oriental de la Segunda Guerra Mundial.

En 1945, Las fuerzas nazis, ya derrotadas, dejaron a una Europa devastada; un escenario extremadamente benéfico tanto para la URSS como para EE.UU., quienes se consagraron como las fuerzas más poderosas del Mundo conocido y explorado.

Por razones que exceden nuestra argumentación y que guardan una relación indirecta con ella, la URSS, como señalamos anteriormente, se desplomó y EE.UU. junto a una Europa reconstruida y a un Japón tecnológico, se convirtieron así en los nuevos líderes, aunque sin divergencia de intereses y por lo tanto siendo “un único líder ideológico, político, económico y cultural”.

Esto desencadeno en una fuerte profundización de lo que ya se conocía como neoliberalismo. Utilizando métodos de coerción y cooptación, los grandes sectores económicos aceptaron (por conveniencia) estas doctrinas y aplacaron a los pueblos latinoamericanos para sumergirlos en la peor explotación conocida en democracia.

Los efectos no tardaron en verse. Primero, el crecimiento de la deuda soberana, la pérdida de las identidades nacionales y regionales, el desempleo y la indigencia. Todo un coctel de desgracias que los latinoamericanos, en diferentes épocas, terminaron por rechazar. Las revoluciones bolivarianas en Venezuela, el levantamiento indígena en Bolivia, el Movimiento Sin Tierra en Brasil, el Cacerolazo y la rebelión popular del 2001 en Argentina son algunos de los ejemplos del vomito de ira que los pueblos tuvieron hacia sus dirigentes. Los habían vendido y traicionado y dijeron basta.

El problema que tenían estas naciones que (en la mayoría de los casos) por primera vez cambiaban de gobierno a uno que no respondía a intereses foráneos o a potencias económicas era el agobio constante de estos últimos. Se intentaron golpes de Estado, se fomentaron ataques desde sociedades internacionales (fundamentalmente el rol de la prensa), y todo esto fue visto, comprobado y rechazado por los pueblos.

A medida que se establecían más y con más fuerza este tipo de gobiernos, se comienza a gestar la idea de que solo unidos podrían no ser vulnerables a los ataques de todos estos sectores. De allí que nacerán, políticamente, la UNASUR, el BRIC, la ALBA, etc. A esto continuó una oposición cuya existencia es natural tras más de un siglo de explotación. Siguieron y siguen quienes abogan por recetas neoliberales, economías ortodoxas, represión a la organización social. Siempre con variados y novedosos métodos, pero esencialmente con la misma intención.

En términos económicos, la resistencia comienza desde el Mercosur (paralizado durante muchos años) y la cooperación sin mezquindad. Todo argumentando lo que vemos hoy: los que dominaron por más de 18 años el mundo, se vieron envueltos en una recesión que luego se transformó en una depresión de la cual aún están tratando de salir (Crisis del 2008) y que ha dado paso al surgimiento de economías con un futuro muy provechoso. En este contexto, han ido surgiendo nuevas potencias y regiones con propósitos en común, generalmente agrupadas en relaciones internacionales de comercio, como lo son, entre otras, el BRIC (Brasil, Rusia, India y China), la UNASUR y el Banco del Sur (ambos formados por países de Latinoamérica). Se nos aparece frente a nuestros ojos y a menos que ocurra algo extremadamente catastrófico, la “Era de las alianzas y las regiones”.

Esta visión deviene de la creciente relación entre países que comparten objetivos de industrialización e implementación de tecnologías, aumento de la calidad de vida de su población (salvando algunas diferencias, como más adelante explayaremos), disminución de la brecha entre los que más y menos tienen y reducción de los índices de pobreza y marginalidad. En este sentido, y vuelvo a repetir que no se da en todos los casos pero si en su mayoría, lo que proponen es brindar soluciones de carácter social a problemáticas arrastradas históricamente que han sido consecuencia de una intersección de factores innumerables, pero que quizás en otra editorial podamos explicar mejor.

Es así que pasamos a mostrar y describir algunos procesos iniciados por países emergentes que ya no solo están progresando y sembrando el camino hacia nuevas formas de concebir la relación entre capitalismo y justicia social, sino que están pujando por tener un lugar de importancia en las relaciones internacionales y en el futuro del desarrollo económico mundial. El camino será entonces, hacia un mundo multilateral o multipolar.

8 de septiembre de 2011

Dejemos de relatar el presente sin ver el pasado

La discusión de hoy toca temas relacionados a los medios de comunicación, pero también a un profundo análisis socio-económico e individual que es necesario replantear y cada vez con más fuerza. Me refiero, en primer lugar, a la incómoda presencia de métodos tanto conductistas como organicistas en los medios; conductistas en tanto pareciera, y cada vez más, que sus métodos de condicionamiento funcionan en base a los principios de recencia y repetición y organicistas en cuanto su tendencia a mostrarnos hechos aislados, no en el sentido de únicos, sino descontextualizados de cualquier tipo de explicación socio-económica e histórica posible. Finalmente, encontraremos la consecuencia de ello, en las palabras que recientemente pronunció Eugenio Zaffaroni.

Comenzaremos entonces por desglosar en la práctica algunas cuestiones relacionadas al organicismo, o como bien podría denominarse, en forma de burla trágica, “ORGANI-CINISMO”.

Esta tendencia filosófica, por mal que nos pese, ha quedado profundamente arraigada en el “Sentido Común”, que hoy empieza a ver su hegemonía resquebrajada, pero aún permanece latente. ¿Qué nos dice? A resumidas cuentas, el organicismo en Ciencias Sociales establece una comparación entre un organismo vivo, con sus órganos en perfecto funcionamiento y la sociedad. Comúnmente, en medicina, y a menos que me equivoque en mis dichos, cuando un órgano es disfuncional, es decir, atenta contra el normal funcionamiento del cuerpo, se suele extirparlo o, en su defecto, se intenta curarlo. Traslademos esto a la sociedad. Cuando alguien atenta de forma disfuncional a las reglas impuestas por la sociedad, es decir, comete algún tipo de delito, es necesario proceder con el “bisturí”; eliminar el problema o curarlo, que básicamente significa enviarlo a la cárcel, ya que es el remedio que la sociedad contemporánea encontró para un órgano disfuncional a ella.

La relación que encontramos con los medios de comunicación es bastante estrecha. Cotidianamente somos jueces de nuestra propia realidad cuando intentamos brindar juicios valorativos sobre situaciones “disfuncionales” a las leyes, como puede ser la exhibición de un asesinato o robo. Pero así como un detective se sumerge en la lógica criminal, el científico social debe ponerse en la lógica del ciudadano promedio. Podremos ver entonces como la presentación de un hecho de forma sincrónica (estática) hace reaccionar inmediatamente al sujeto, formando su opinión y su criterio para tratar las problemáticas sociales, que generalmente derivan en opiniones del tipo organicista. De esta forma, describiendo un hecho social como algo inmutable, se corre el riesgo de dejar de lado explicaciones socio-económicas e históricas, podríamos decir diacrónicas (en una evolución temporal). Por eso cuando los medios nos muestran un robo, nos ocultan la heterogeneidad de causas que puede haber detrás de él y nos hacen creer que la disfunción, y esto es lo más peligroso, es un producto del hoy, de la actual existencia y no de un proceso histórico particular y descriptible. “La disfunción debe pagar”, piensa el ciudadano, y después de haber descripto esto, no lo culpo.

Dirijámonos ahora hacia el siguiente tópico, el condicionamiento por repetición y recencia, método utilizado por Pávlov para hacer salivar a su famoso perro, ese mismo que le valió un Premio Nóbel.

Todos los días somos espectadores de una cruda realidad, que no pienso desmentir, pero tampoco dramatizar y mucho menos espectacularizar o generalizar. Sin embargo la repetición y la recencia son dos factores clave para condicionar nuestros sentimientos, si bien sabemos que la subjetividad humana es diversa y tampoco es cierto que los medios determinen en un cien por cien el modo en el que actuamos, pero es innegable que nuestra conducta se construye día a día y año a año.

En gran medida, y cada día más, dependemos de los medios para conocer la información, o la desinformación, si tenemos remanente algún sentido crítico. Por eso, el ciudadano, agotado luego de una jornada laboral, llega a su hogar y observa en su televisión aquellos noticieros llenos de muertes, robos y asesinatos. ¡Eureka! Hemos encontrado el principio conductista por excelencia, la REPETICIÓN. Pero aún nos falta discutir uno, que también está ligado a él y que le da definitivamente una importancia de categoría. Me estoy refiriendo a la RECENCIA, es decir a la aplicación constante de la repetición. Sin esté segundo método, el primero carecería de utilidad; de nada le sirve a un medio la repetición para aumentar la crítica sobre la inseguridad si esta ocurre con meses de distancia, por cuestiones que hacen al funcionamiento de la memoria y que no pienso explayar aquí.

¿Podríamos argumentar que si no existiesen mecanismos de recencia y repetición en cuanto a la exhibición de hechos delictivos, el reclamo constante por mayor seguridad se evaporaría? Probablemente no, pero de lo que estoy seguro es que nos permitiría pensar algún otro tipo de salida mejor no solo para el afectado, sino para la sociedad en su conjunto, sumado a la difusión de otras formas de concebir la realidad sin estar atado a una ideología que peca de organicista.

Pero finalmente nos queda una cuestión más, y que en cierta forma, muestra a lo que me refiero con los medios de comunicación y su impacto en la lógica del “Sentido Común”. Estoy haciendo alusión a los dichos del jurista que ha estado en medio de un escándalo internacional que aún no ha sido probado, pero cuya condición como profesional es innegable. Me refiero al Dr. Eugenio Zaffaroni, que brindó una conferencia para la Facultad de Periodismo y Ciencias de La Comunicación de La Plata, en el marco del Primer Congreso de Comunicación y Ciencias Sociales bajo el lema “Tensiones y Disputas para la Producción de Conocimiento para la Transformación(ver nota).

Allí, y a grandes rasgos, sugirió que “se debe marchar hacia un estado social y no hacia un estado gendarme”, esto es, hacia un estado más inclusivo y menos discriminador antes que a un estado represor, o como diría Althusser, que utilice en forma desmedida los “Aparatos Represivos del Estado”.

También aseguró, por ejemplo, que en Estados Unidos el número de presos aumentó considerablemente, como así también el gasto del estado en el sistema carcelario, porque es un gran negocio tanto para las empresas privadas que administran el sistema como para el Estado (ver video sobre “Negocio de las cárceles”). De esta manera advirtió “hoy en día, Estados Unidos tiene diez millones de personas que viven del sistema penal” y agregó “El estado gendarme genera violencia y solo violencia”. A modo de ilustración, citamos como fuente el informe presentado por Daniel Fridman, investigador de la UBA, acerca de la evolución de la cantidad de presos y el gasto público en ese sector, para fortalecer nuestra argumentación (ver documento).

Pero no podíamos finalizar esta argumentación sin demostrar lo que reflexionamos sobre medios y sujetos-masa (para no decir masas y ejercer una acción generalizadora, porque nos estaríamos contradiciendo). Zaffaroni aseguró que “Hay que evitar que los medios nos lleven como los países centrales a una paranoia de inseguridad y nos cuentan los cadáveres pero no tenemos un estudio cualitativo de los delitos”. La finalidad, es en definitiva, conseguir un Estado Gendarme.

Por esta razón, y las descriptas anteriormente es que llamamos a que cada vez que veamos un hecho delictivo, pensemos y discutamos con nosotros mismos profundamente, sobre las causas que el mismo pudo tener, e inclusive a ser precavidos antes de emitir denuncias desmedidas cuando las situaciones carecen de la información necesaria para dar una opinión acabada y elaborada.

La decisión de realizar está reflexión es individual; su consecuencia, seguramente, tendrá un fuerte impacto social y la pregunta subyacente es ¿Qué queremos, un Estado Social o un Estado Gendarme?

PD: La reflexión no está dirigido a un caso particular, como todos saben y conocen, sino a una forma de ver el mundo preexistente a los medios, pero incorporada por ellos y en ellos.

6 de septiembre de 2011

Vuelve la falacia del ránking de universidades

Como todos los años, más o menos por ésta fecha, ciertos medios se esmeran en difundir una deformada imagen de la universidad pública. Hoy, vemos títulos que se basan en un ránking mercantil se utilizan para agredir a la UBA.

El estudio es el QS-Top Universities, y aparece un sitio con artículos que leen "los análisis basados en el mercado son vitales para elegir una facultad", por lo que no nos puede sorprender la meticulosa selección que se ha realizado.

En ella, Harvard y cientos de universidades privadas encabezando el ránking, mientras que la UBA está en el puesto 270. P0r supuesto, aquellas con un cupo ilimitado aparecen por debajo.

Las fotos que presentan las noticias que mediatizan esta calificación son de tomas de establecimientos. Claro, evidentemente son éstas el único hecho que merma la calidad educativa. Nada tiene que ver la falta de renovación en los planes de estudio (en la Facultad de Ciencias Económicas se sigue enseñando la visión neoliberal como la predominante) ni el hecho de que promediar miles de estudiantes evidentemente no dará las mejores notas.

Claro que lo que se pasa por alto (o, en verdad, se dice implícitamente) es que no tiene valor el hecho de que cualquiera pueda acceder a una educación universitaria. No vale que sea pública, valen las notas.

Sí, una facultad con cupo generaría que se concentren los mejores promedios, pero vemos en realidad que la cuestión no pasa por allí. Las universidades privadas de la Argentina no figuran en el ránking.

Como todo ésto no figura en el análisis de aire "objetivo" (y conociendo la tendencia ideológica de éstos medios), yo no puedo hacer más que ponerme a pensar que aquí no se quiere poner en tela de juicio la falta de titularidad en la UBA, ni tampoco los planes de estudio. Aquí se busca ir contra un sistema universitario, por generar una visión negativa de la participación política, y es algo que me avergüenza.

Has recorrido un duro tramo, muchacha

La Argentina siempre tuvo ataques de éste sentido, internos y externos. No nos vamos a olvidar cómo se atacó y, en menor medida, se sigue atacando la política económica proteccionista, reguladora e interventora del Estado. Tampoco como hoy en día en los países vanagloriados por éstos medios se ve a la Argentina como un modelo a seguir para escapar a la crisis.

Lo mismo pasa hoy con la educación. Cuántas veces me harté de escuchar que la educación chilena estaba mejor que aquí. Es esa educación para la cual los jóvenes se endeudan de por vida, contra la cual centenares de miles de personas se movilizan hoy en día, generándose polémica en todo el mundo. ¿No podría pasar algo similar cómo lo que sucedió con la crítica económica? ¿No estaremos haciendo las cosas muy bien?

No necesito que una consultora me diga la calidad que puedo encontrar en la UBA. Estudiantes de familias pudientes de toda Latinoamérica deciden ingresar para gozar de sus servicios. Por supuesto que se puede mejorar, pero se debe comenzar a valorar más lo que vemos, lo real, por sobre análisis de sitios de ránking mercantil.

No es necesario que difundan exactamente éstas palabras, que difundan la nota por mail, Facebook o Twitter, pero sí pido que se dé a conocer ésta idea en ámbitos a los que claramente no puedo alcanzar. La defensa de la educación pública no es porque sí, es porque es la principal vía hacia el desarrollo del país, seamos del color político que seamos. Saber que existen intereses contrapuestos en notas como éstas forma parte de esto.

29 de agosto de 2011

Falacia "ad irregularis" tras las PASO


Me gustaría remitirme a un tema penoso que surge como repercusión de las elecciones primarias, no por su veracidad o no, sino por el efecto que se le busca dar: las denuncias de irregularidades.

Antes de hablar del tema, vamos a explicar brevemente lo que es un día de fiscalización electoral, para que queden los tantos claros.

Paso 1: A eso de las 8 menos 10, uno llega al colegio que tiene que fiscalizar. Se acomoda en la mesa que le corresponde saluda a las (idealmente 3, presidente y dos suplentes) autoridades de mesa, se prepara y se abre la urna. Votan las autoridades, votan los fiscales, y se habilita el sufragio a los ciudadanos.

Paso 2:En el transcurso del día, uno ingresa periódicamente (cada 45 minutos, más o menos, dependiendo de la cantidad de gente) al cuarto oscuro para revisar que el orden de las boletas sea el correcto, que no falte ninguna, y que no haya ninguna irregularidad (carteles, boletas rotas, papeles tirados). Ante cualquier inconveniente, hay 2 o 3 (depende de la cantidad de mesas) delegados de la Justicia Electoral a quienes se le pueden hacer consultas. Sin embargo, la decisión final siempre es del Presidente de Mesa (o de los suplentes, si éste no se presentó).

Paso 3: A eso de las 18 (en el caso ideal), se cierran las puertas del colegio. Votan las personas que quedan en la fila y luego se cierra la urna. Se procede, luego, a ingresar al cuarto oscuro, donde solo las autoridades podrán tocar y abrir los sobres para contar los votos (en los hechos, muchas veces reciben ayuda del personal de gendarmería o de los fiscales, algo que no es correcto pero tampoco es la muerte). Éste es el conteo provisorio (no es definitivo).

Paso 4: Luego de contar y recontar (los fiscales pueden recurrir votos que consideren irregulares y pedir recuentos), se procede a labrar el acta de cierre, en el que se anotan los votos de cada agrupación, los blancos y los nulos. El acta, las boletas, los sobres, y otros documentos pertinentes se guardan en la urna que se cierra definitivamente hasta el conteo definitivo.

Paso 5: El presidente de mesa llena un telegrama con los mismos datos que aparecen en el acta y se los entregan a un personal del Correo Argentino. Éste lo transporta al Centro de Cómputos Oficial, donde se suben los resultados delescrutinio provisorio.

Paso 6: Días después, apoderados y representantes de los partidos se presentarán al conteo definitivo, en el cual se abrirán las urnas, se corroborarán los telegramas y se compararán actas de los partidos, y, si no hubiera inconvenientes, se confecciona el resultado definitivo, el único aceptado legalmente.

Ahora...

A sabiendas de todo ésto, uno empieza a considerar extraño que se realice semejante escándalo sobre denuncias en 6 mesas. Son las que hizo Eduardo Amadeo, candidato bonaerense por el duhaldismo.

Es un peronista con -imagino- alguna experiencia política. Es decir que debería saber que un telegrama no vale nada, legalmente hablando.

De hecho, es todavía más curioso que se de tanta prensa a 6 urnas, cuando en la Provincia de Buenos Aires había 31.519 mesas en total. Es decir, un escándalo sobre el 0,02% del padrón del distrito, y 0,007% del nacional.

Digo, hablemos sobre por qué la Justicia Electoral no quiso distribuir las boletas y se tuvo que hacer cargo el Poder Ejecutivo (que no se encarga de las elecciones por no ser un poder neutral). Hablemos de por qué hay dos jueces (María Servini de Cubría y éste tipo, Manuel Blanco) que quisieron trabar las Primarias porque no le daban los fondos que querían (ejem, sin comentarios).

O sino, más fácil, pensá (porque no lo vamos a hacer por vos), Amadeo, sobre cómo vas a hacer para reducir el corte de boleta Duhalde-De Narváez.

Si hubo 6 personas que intentaron vulnerar la voluntad democrática, se debe investigar y resolver, pero, ¿era necesario hacerlo portada de 3 (muy leídos) diarios?

No hay problema con la investigación per sé, pero sí sería pobre que ésto constituya un intento de denostar resultados electorales. Sería tristísimo que juzgáramos de otra manera lo que fue una de las mejores participaciones democráticas desde el regreso de la democracia por semejante pequeñez. Triste ya es la falacia "ad irregularis" que sufren los comicios pasados. Mucha suerte en octubre y empecemos a discutir temas importantes en la Argentina.

26 de agosto de 2011

¡Consumamos educación!

Vamos a iniciar un recorrido que se desprende inicialmente de los dichos del presidente de Chile, Sebastián Piñera, quién calificó recientemente a la educación de “objeto de consumo”. Queremos no solo oponernos fervientemente a esta concepción, que considera a un derecho consagrado por nuestra Constitución Nacional como un servicio o un bien, sino también detallar con exactitud las implicancias que subyacen detrás de ella y que particularmente podemos ejemplificar a través del mecanismo que gobierna nuestra economía de mercado. Me refiero a las leyes de la Oferta y la Demanda.

Primero hay que explicar cómo funcionan tales leyes. La Ley de la Demanda nos dice que a mayor sea el precio, menor será la demanda de tal producto y a menor sea el precio, la demanda crecerá considerablemente. Por otra parte, la Oferta nos dice que a mayor sea el precio, mayor será la cantidad que se pueda ofertar, y a menor sea el precio, entonces menor será esa posibilidad de ofertar algún bien o servicio.

Pongamos un ejemplo para que se entienda. Un bien se está vendiendo en el mercado a $10 y ello genera una demanda de 200 personas. Sin embargo, tal precio no permite obtener tantos beneficios como para ofrecer 200 productos y satisfacer la demanda, con lo cual el precio es elevado para que en vez de que 200 puedan comprar, solo accedan 100, suponiendo que se duplico el precio del bien a 20$. Así se logra el equilibrio, ya que este precio permite producir suficiente como para satisfacer la demanda. En este caso se dio que la Demanda es más alta que la Oferta y entonces el precio automáticamente se amoldo a las exigencias del mercado; la famosa “mano invisible” de Adam Smith.

Por el contrario, cuando la Oferta sea mayor a la Demanda, es decir si ahora el bien de $20, que nos permite producir 100 unidades, recibe una demanda de 80 personas, el precio decaerá, supongamos, hasta $15, y ahora podrán consumir 90 personas, mientras que la obtención de beneficios nos permite producir esa cantidad.

Ahora, traslademos esto a la educación, sabiendo que Piñera la administra a través del mercado, supeditada a estas reglas.

Supongamos que la cuota es de $100, y por ese precio hay 1000 chicos que quieren estudiar; la demanda de educación es de 1000 personas. Con esa cuota, el sistema educativo pretende incluir a todos, pero se encontrarían los primeros problemas. Cuando el individuo encargado de administrar la oferta de educación se da cuenta de que $100 no son suficientes para dar una de calidad a esa cantidad de potenciales alumnos, la cuota tendría ser elevada (a mayor sea el precio, mayor será la cantidad ofertada). Es decir, si el encargado siguiese ofreciendo una educación por una cuota de bajo precio, la demanda será mucha y no se podrán satisfacer las necesidades necesarias para que funcione de forma correcta (mantenimiento de aulas, condiciones edilicias, compra de materiales, sueldos de profesores, etc).

Como las leyes de la Oferta y la Demanda le impiden cobrar una cuota baja porque se produciría un déficit y con ello la quiebra, el siguiente paso es aumentar la cuota, y con ello la demanda disminuirá (a mayor precio, menor será la demanda). El administrador sacas las cuentas y se entera de que si cobra $200 la cuota, la demanda de educación será de 500 alumnos, y a la vez, tal dinero que ingresa le permitirá brindar lo necesario e indispensable para garantizar un normal funcionamiento, evadiendo el déficit y obteniendo, inclusive, beneficios (aunque esta sea otra discusión).

Una vez más, la “mano invisible” (que es muy visible), actuó nuevamente, aunque Adam Smith nunca hubiese tolerado una educación o una salud privada, pero forma parte de la lectura sesgada que hicieron los neoliberales a su Teoría de los Sentimientos Morales.

Pero todavía no llegamos al fondo del problema. Hay 500 alumnos que están en condiciones de acceder a la educación por el precio del servicio ofertado, pero hay otros 500 que no, y que quedaron relegados del acceso a tal bien (para Piñera) o derecho (para los redactores de OpinionesTabú). Aquí radica nuestra argumentación. Si hablamos de una bicicleta, que debido a un brusco aumento de su demanda, el precio sube y algunos no pueden acceder a ella es algo entendible; pero acá se está discutiendo un derecho básico y esencial para un ser humano en un mundo en donde la inserción al mercado laboral es inevitable, y ello dependerá de la formación académica que reciba.

Esos 500 que se educaron, vivirán una vida plena, llena de alegrías y frustraciones, de momentos buenos y momentos malos, como a todos nos sucede o sucedió alguna vez. Del otro lado quedaron los 500 que debido a que sus familias no pueden pagarle una educación como a los otros 500, no lograron acceder a una formación educativa. Estos están condenados a vivir de trabajo en trabajo, a tener que moverse como puedan, a tener que adaptarse por más salvaje que sea esa adaptación, a tener que buscar la forma de subsistir a través del medio que sea. Así como quedan excluidos hoy de la educación, mañana quedarán excluidos en sus trabajos, como puede ser alguien que es echado por “falta de capacitación”, o porque de repente apareció alguien más capacitado (uno de los otros 500), y ya excluidos de sus trabajos, se los excluye del mercado laboral, luego del sistema y así desaparecen del mapa, son los “nadies”. Lo único que se logra es reproducir la brecha entre ricos y pobres. Los “salvados”, son bienvenidos y a los “perjudicados”, les dan la bienvenida al mundo del PACO y la miseria.

El reclamo chileno no es solo por una educación pública y laica; sino por la erradicación de toda una forma de concebir al mundo, formada por una mezcla de Darwinismo social y determinismo psicológico, una concepción que prioriza y hace parecer a aquellos que tienen acceso como “valiosos” y a los que no como “incapaces” o “faltos de capacidad intelectual”.

Lo que está en crisis no es solo el sistema educativo, sino este sistema de valores, creencias y significados sobre los cuales se asientan los más profundos intereses del mercado, llámese neoliberalismo. Esta ideología económica ya se cargo unos cuantos muertos en nuestro placard, por eso me pregunto ¿Cuántos más? ¡Fuerza estudiantes de Chile, la educación es un derecho para todos, no un negocio!


PD: está nota fue escrita el día 25 de agosto. Los medios del 26 de agosto publicaron el asesinato de un estudiante a manos de la policía encargada de reprimir la manifestación en Chile. Cuando hablamos de muertos, hablamos enserio; el pibe tiene un balazo en la cabeza por reclamar un derecho.

23 de agosto de 2011

Otro ladrillo en la pared

Es cierto que es un medio para la inserción y la inclusión, proceso de adquisición de conocimientos básicos indispensables para asegurarnos un futuro próspero en términos individuales, o al menos eso es lo que se espera de alguien que porta un título secundario. Pero no caigamos en simplismos; las recetas mágicas que se dictan en las escuelas distan mucho de brindarnos las herramientas para un cambio real y concreto, por lo menos a nivel ideológico y humano.

El problema que suscita la educación a nivel mundial no es solo un problema de cantidad, sino uno de calidad. Y lo que queremos hacer a través de estas humildes líneas, es explicar por qué un aumento de personas educadas escolarmente no es necesariamente un progreso en términos humanos, sino solo económicos y quizás sociales.

La dificultad radica en la forma de enseñanza, en sus contenidos, en su objetivo, en el rol que cumple la enseñanza y la forma en que nos va modelando a medida que pasamos las diferentes etapas de escolarización. Empezamos siendo simples niños aprisionados entre los ambientes en los cuales no manejamos; escuela y familia. Allí se nos enseña lo que “está bien”, lo que “no se debe hacer”, lo que “está mal o MUY mal hacer” y básicamente normas de comportamiento social que son nada más ni nada menos que el germen para iniciar un recorrido más complejo pero aún precario como es la escuela primaria.

Atravesamos la escolarización primaria sin quejas, o por ahí algunas, y se nos siguen dando conocimientos que pocas veces vamos a recordar o utilizar en la vida, pero es solo para establecer un piso común, preparándonos para el ingreso hacia un lugar que definitivamente es el cenit o el canon de lo que se busca que seamos.

Y es partir de acá en donde ese pequeño germen empieza a dar sus frutos. Ya internalizada una forma de comportamiento, que se basa nada más que en seguir reglas de fuerzas que son superiores a nosotros e independientes de nuestra voluntad, nos movemos según lo que pensamos y compartimos socialmente con el capital humano que nos rodea, según lo que vemos superficialmente, y que definitivamente hay que poner en discusión.

La educación procrea el mal porque lo enseña como bien”, decía Ernesto Sábato, y no estaba tan alejado de la realidad. La competencia y la realización personal son los principios que reinan sobre cualquier otro valor, como la solidaridad con el otro, el altruismo, el sacrificio por los demás y si alguna vez aparecen estos conceptos, se diluyen en la ayuda del tipo sentimental y clasista (relacionada a los sentimientos de amigos o de miembros de una clase social).

Un hombre educado bajo las formas que priorizan lo económico y material frente a lo humano y espiritual puede realmente exhibir la naturaleza del mismo cinismo con el cual se engendró su formación educativa y por ende ideológica, que se asienta los pilares de una escolarización necesaria para vivir una vida digna.

Pero muy lejos de lo que la mayoría debe pensar, la muerte subyace en la enseñanza media y la legitimación de ciertas prácticas deshumanizantes deviene de la devoción a los libros que tanto nos hablan de la condición humana pero poco nos dicen sobre lo que sucede bajo nuestra mirada, que prefiere voltearse hacia otro costado, o en su defecto, construir countrys y pretender vivir fuera de una realidad que sería insoportable si solo nos pusiésemos a pensar en las diferencias que salen a la vista en un subte, en la calle, en las villas.

Lo peor que se enseña es la naturalización y el acostumbramiento. Aunque es casi una paradoja, porque nos acostumbramos a vivir una vida más o menos digna, nos acostumbramos a soportar la pobreza a pesar de verla, nos acostumbramos a ver muerte y desnutrición, en fin, nos acostumbramos a acostumbrarnos, y eso es lo que las actuales condiciones de la educación predican. Esa es la paradoja, ¿Cómo no nos vamos a acostumbrar a naturalizar nuestro entorno social si nosotros mismos representamos el acostumbramiento al que estamos acostumbrados? La religión perdió vigencia y tampoco estamos en la Edad Media, pero la escuela definitivamente ha asumido un rol similar.

Solo se me vienen a la mente esas charlas en donde profesores nos hablaban sobre la inserción al mercado laboral y cómo ser una persona exitosa. ¿Exitosa para quién? ¿Para una sociedad superficial? ¿Para las familias que presionan a sus hijos a estudiar lo que ellos quieren que estudien? ¿Para un control social ajeno a nosotros pero que todos los días nos dice que si no hacemos lo que nos dicen que hagamos vamos a ser unas “lacras”? No, eso no es lo que se debe buscar como sociedad, pero la educación media se ha convertido en un pasaporte indirecto, porque en fin cada uno decide qué es lo que quiere de su vida (o cree que decide por sí mismo), a contribuir y legitimar la rueda que todo aplasta, incluyendo vidas humanas.

Por eso es tan difícil imaginarse que un aumento de las personas educadas vaya a generar vida más humana sobre este Sol. Una crisis de conciencia podría desencadenarse si no se fomenta un pensamiento realmente crítico, y me refiero a personas que gracias a esta educación superan su clase social, pero dejan de lado el contexto que les ha permitido ascender y a todos los que han quedado atrás en su camino, que es una combinación mixta de esfuerzo individual y sacrificio social.

Pero por sobre todas las cosas, que cuando se enseñe a aprender, también se enseñe a dudar de lo que se aprende, que cuando se enseñe a escribir, también se enseñe a dudar de lo escrito y que cuando se enseñe a leer, también se enseñe a dudar de lo que se lee. Que se enseñe a cooperar y no a competir y que se enseñe a que la realización de la comodidad individual no es el objetivo para el cual se estudia.

Ya me extendí demasiado. Simplemente quiero dejar otra cita de Sábato, que dice lo siguiente:

“Los valores del espíritu son los únicos que nos pueden salvar de este terremoto que aqueja la condición humana. La educación encauza su tarea hacia la formación de personas que se adecuen a las demandas del sistema. Esto no es evitable, porque de otra manera formaría “valiosos desocupados”, pero se debe encontrar el equilibrio entre lo individual y lo común, porque si no lo perdido será el ser humano. Eso va a permitir tener una vida normal y ser una persona espiritualmente valiosa”.

Y ahora les dejó un comentario de un usuario que refleja un poco cómo piensan algunas personas educadas bajo las formas que he descripto anteriormente, debajo de una nota que criticaba duramente a los planes de asistencia social. Desarrollen sus propios juicios:

“PORQUE EL SUBSIDIADO ES MENOS QUE UNA VACA - COME, DEFECA, SE REPRODUCE, DEPREDA Y VOTA AL PERONISMO. - SON MILLONES DE PERSONAS FALLIDAS, SIN CEREBRO, QUE DEBEMOS ALIMENTAR Y DEJAR QUE NOS MATEN EN NOMBRE DE LOS DDHH. - ESTAS COSAS NO DEBEN TENER LOS MISMOS DERECHOS QUE LAS PERSONAS PRODUCTIVAS, DEBEN IR A UN ZOO ESPECIAL PARA NO MEZCLARLOS CON LOS ANIMALES. - PERO ANTES HAY QUE EXTERMINAR A SUS CREADORES”.

16 de agosto de 2011

Un PASO adentro de la Rosada

Nota también publicada en M24Digital

Primero, los resultados

Cristina Fernández de Kirchner venció por un amplio margen al resto de las fuerzas opositoras, obteniendo el 50,1% de los votos y seguida por Ricardo Alfonsín (UDESO) con el 12,17% y Eduardo Duhalde (UP) con un 12,16%. Atrás siguen Hermes Binner (FAP) con el 10,1% y Alberto Rodríguez Saá con un 8,2%. Elisa Carrió 3,2% y Jorge Altamira 2,5% son los últimos dos que entraron a la disputa en octubre. Argumedo, Pastore y Bonacci, afuera de la competencia.

En este escenario se descarta la posibilidad de que exista una segunda vuelta y de esta forma la actual mandataria obtendría la reelección en las que cuentan. Además Cristina Kirchner ganó en todas las provincias excepto en San Luis, y en otras ganó pero con poco margen, como fue el caso de Santa Fe.

El discurso oficial

Si hay algo que es interesante para analizar, es el discurso pronunciado por Cristina Kirchner en el día de ayer, cerca de las 21.30 horas, cuando la tendencia ya anunciaba su amplio triunfo. En él, se dirigió hacia los votantes con mucha alegría, alegando que la participación fue similar a la de cualquier otra elección, lo cual indica un “alto grado de madurez de la sociedad”. Pero lo más interesante no fue esa parte, sino su constante alusión a las demás fuerzas. También señaló que todos los partidos políticos han podido acceder a la difusión y a la publicidad, cosa que desde 1983 no ocurría y que las diferencias económicas de los partidos han sido atenuadas.

Pero lo importante fue que, ni bien empezó, dijo “no esperen de mi agravios esta noche, porque no los van a encontrar”. En particular, convocó a que pensemos en grande, a que estemos unidos, porque el mundo está difícil, pero si logramos superar diferencias, pero fundamentalmente si escuchamos lo que dice la sociedad a través de las urnas, vamos a equivocarnos un poco menos”. Por una noche la combatividad pareció alejarse del espectro político. La presidente llamó a la unidad y al diálogo, cosa que rara vez creímos que podía ocurrir. La dicotomía que nos ha gobernado estos ocho años, pero que no es propia del kirchnerismo (recordemos civilización o barbarie, personalistas y antipersonalistas, peronistas y antiperonistas), se diluyó en un discurso que pregonó el amor y la solidaridad con todos y para todos.

Es un punto a tener en cuenta, y ojala que se cumplan las promesas de diálogo, porque es definitivamente lo que va a marcar el rumbo de la Argentina en aguas que, frente a la crisis internacional, se saben turbias.

La pelea por el segundo puesto, ¿Posibilidad de bipartidismo para octubre?

El segundo puesto, o el tercero, depende de cómo se mire, está prácticamente empatado entre Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde. Según algunos análisis, es tan importante terminar segundo en las primarias para recoger el voto “anti-K” en octubre. Las personas opositoras al Gobierno Nacional sienten que la única posibilidad de “derrocar” a esta gestión es votando al que tenga la capacidad de hacerle más fuerza. Sin embargo, ¿Quién está capacitado hoy en día para llevar a cabo tal tarea? Es una pregunta que queda inconclusa. El voto anti oficialista no es claro y está muy dividido (el triunfo de Cristina Kirchner en la Ciudad de Buenos Aires, cosa impensada, lo demuestra).

¿Cuál es el voto Anti-K? Si nos guiamos por el dato anterior acerca de la Capital Federal, nos damos cuenta de que el voto fue conservador, no reaccionario. Quizás la propuesta de Filmus no enamoró, pero tampoco es cierto que de un día para el otro la Ciudad fue kirchnerista, cuando no lo era (Macri y su victoria con alrededor del 60%). Es así que, por lo menos desde nuestra opinión, la posibilidad de un bipartidismo, de un “a todo o nada”, queda descartada para dentro de dos meses, lo cual no descarta que muchos guíen su futura votación bajo este criterio.

Luz verde para Hermes Binner: el festejo oculto y la apuesta al futuro

El otro que festejo en el día de ayer fue el candidato a presidente por el Frente Amplio Progresista y actual gobernador de Santa Fe, Hermes Binner. Su fuerza, que hace un par de meses tenía un alcance provincial y débil a nivel nacional, obtuvo el 10,1% de los votos, a dos puntos tanto de Duhalde como de Alfonsín. Hubo una propuesta, se vislumbró un líder sensato y un proyecto progresista que ha dado sus frutos en Santa Fe y un frente que integra fuerzas, en su mayoría, de centro izquierda. Además ha sabido ser una oposición que no pretende poner trabas a la rueda para impedir su funcionamiento, sino que ha colaborado con el Gobierno pero desde la oposición que debe hacer un frente progresista.

Por otra parte, el desafío del FAP no es otro que sino la construcción de una fuerza con mayor alcance nacional de cara al 2015. Ha sido la sorpresa de las primarias, y aunque se hace difícil que pueda quedar en un lugar de privilegio en octubre, ha retenido la gobernación en Santa Fe. Si las cosas se hacen bien en los cuatro años que vienen, su fuerza contagiará y será una alternativa al oficialismo y a la derecha que viene subiendo en este último tiempo. Pero para eso, el frente deberá permanecer en pie y su disolución podría tener consecuencias negativas para su imagen.

Finalmente queda su discurso, pronunciado alrededor de las 23 horas. Allí, si bien no lo mencionó, criticó a Ricardo Alfonsín por haberse aliado a De Narváez y haber apoyado la reelección de Mauricio Macri en la Ciudad. En este sentido, sentenció “no creemos que toda suma sea válida”.

Elisa Carrió, una desterrada por el electorado

Fue la gran decepción de la tarde-noche. Ese tiempo en donde se mostraba como una oposición seria, llegando a quedar segunda detrás del kirchnerismo, se diluyó en estos cuatros años en donde ha perdido crédito tanto su discurso como su imagen y sus ambiciones políticas. Consiguió nada más que un 3,2%, panorama que se le hará dificultoso llevar adelante en estos dos meses y tratar de cooptar votos de otros sectores. Al igual que lo ocurrido con Alfonsín hijo, el electorado entendió que la suma de poder solo por la suma de poder no funciona (apoyo la reelección de Mauricio Macri en la Ciudad) aunque también se vio perjudicada por el voto conservador. Tampoco seamos hipócritas, su actitud cambiante durante los pasados cuatro años ha sido eje de discusión en la esfera política y generó el descrédito hacia su fuerza.

Altamira y el sueño de los 400 mil votos

No hay mucho para decir, la fuerza integrada por el Partido Obrero y el PTS, entre otros, y llamado Frente de Izquierda, obtuvo el 2,5% de los votos, más o menos 100 mil más de lo que pedía la fuerza. De esta forma fue el último partido que llegó a entrar para octubre y esperará mantener este caudal de votos, aunque como sabemos, se muestra difícil.

Párrafo aparte para Argumedo y Solanas

Antes de que se definan las fuerzas que integran cada uno de los frentes, Pino Solanas y Hermes Binner mantuvieron conversaciones sobre si una integraría el proyecto de la otra y viceversa. En la Ciudad de Buenos Aires, el Socialismo exigía a Pino ciertos cargos que este no estuvo dispuesto a darle. Y lo mismo ocurrió con Proyecto Sur para integrar el FAP. Otra vez un ego político divide a las fuerzas, y ahora quedo más solo que Adán en el día de la madre. Apenas llegó a un 0,7%, lo cual no le permite siquiera presentarse dentro de dos meses. Definitivamente, ese porcentaje irá en su gran mayoría al FAP, pero no es lo mismo que haber integrado un frente en conjunto.

Para ir cerrando

No quedan dudas de que el oficialismo llegará a la reelección y me animo a decir, lejos de la posibilidad de un balotaje. La autocrítica en la oposición debe ser profunda, pero también debemos entender que el camino hacia una nueva forma de mirar y hacer política reside en el diálogo y el consenso y no en la agresión constante tanto de funcionarios K como no K. Cristina Kirchner se refirió a ello en su discurso y esperamos que se cumpla, pero la oposición tendrá que dar cuenta de sus falencias y de sus esperanzas si pretenden cooptar los votos de los descontentos. Porque recordemos que la mitad del país voto un proyecto, pero aún quedan cuatro años por delante y cualquier cosa puede ocurrir.