13 de junio de 2011

“Paleeeermo, Paleeeermo” y el "aguante": Otra forma de pensar y actuar

Ayer se despidió un grande. Eso no lo puedo discutir yo, no lo puede discutir San Filippo, no creo que nadie pueda oponerse a eso. 5º goleador histórico, cuando entre amigos decimos siempre “el fútbol era distinto en los ‘30”. Bueno, acá no hay excusas.

No quiero entrar a discutir si es mejor o peor delantero, pero sí quiero reflexionar sobre la gran adhesión que tuvo Martín Palermo hacia el final de su carrera. Inclusive, marcar que fue un fenómeno que excedió a Boca.

¿Qué hace que el “Loco” sea tan querido? ¿Cómo se lo bancó en momentos duros? Creo que la respuesta nos va a marcar una conducta interesante para ver; porque a Martín se lo bancó como un todo, y no por particularidades.

Son sus 227 goles, son sus actitudes de buscar siempre (genera simpatía por su apariencia, por sus movimientos, y falsa falta de calidad futbolística), fueron sus locuras las que despertaron el amor en la gente, bosteros y no.

No fueron sus peleas dentro del plantel, no fueron sus sequías, no fueron esos partidos en los que no aportó absolutamente nada, no fue su aparente apoyo a las barras bravas… nada de eso pareció influir en la “decisión” (generalmente inconsciente) de admirar a este delantero, y aquí hay que preguntarse ¿por qué?

Es obvio que lo que mencione dos párrafos antes pesa más que todos estos hechos, y sin embargo hubo momentos en los que realmente daban ganas de matar a este ídolo rubio. Pasaron esos encuentros en los que uno decía “bueno, ya está, no puede correr ni mete goles, denle más chances a los pibes”, y sin embargo siempre lo bancábamos (los de Boca, al menos).

Esto responde a una forma de actuar en la que impera la construcción del todo y no la calificación por particularidades. Más bien, no son aquellas cosas negativas (grandes o pequeñas) las que priman sobre las positivas (grandes o pequeñas); y esto nos tiene que llevar a reflexionar ya que, en muchos casos, rechazamos muchas ideas y hechos de la manera inversa en la que apoyamos a Palermo.

¿Vale más el todo (conjugando todos los eventos) que las fracciones negativas, en el caso de Palermo? ¿Y por qué no en política entonces? ¿Por qué no apoyar ideas y/o partidos que tienen sus defectos, pero cuyo “todo” reconocemos como positivo?

Algo que valoro de lo que pasó con Martín es que se dio la manera más “popular” de criticar esta especie de “puritanismo” político que prima todavía en la sociedad, en jóvenes, adultos y ancianos.

No es sugerir la resignación lo que hago, pero sí reflexionar que hay veces que ciertos pasos son necesarios. Palermo no hubiese llegado a 227 goles si no hubiese jugado todos los partidos que jugó, no hubiese sido lo que es sin esos partidos donde uno sentía que restaba. Muchas son las cosas que construyen un ídolo, un proyecto político, una canción, una letra, todo. Es un buen momento para comenzar a cuestionarnos si todo tiene que ser “puro” (¿qué es ser puro?).

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